domingo, 19 de julio de 2015

Ejercicio: La caja misteriosa, por Josekopero

     La caja misteriosa
Josekopero

     El día que mi jefe decidió prescindir de mí porque, según él, mi trabajo era prescindible, todo lo que recibí fue un cheque sin fondos (cosa que no descubriría hasta una semana más tarde), palabras de ánimo de mis compañeros y una caja de zapatos que mantenía la etiqueta del precio. Con lo que había estado cobrando en esa empresa yo no hubiera podido pagarlos ni haciendo la dieta de la patata.

     En esa caja se encontraban todas mis pertenencias, que no eran muchas: una libreta que utilizaba como bloc de notas para no olvidar las tareas que mi asqueroso jefe, el Señor Vives, me mandaba y en la que apuntaba la lista de la compra (ocho horas en la oficina dan para mucho). Dentro de la caja también estaban todos mis bolígrafos y útiles de escritura (muchos de ellos robados de la oficina), mi calculadora, una carpeta con todos mis archivos y el informe con el supuesto motivo de mi despido.

     El Señor Vives era y es un cabrón, ese fue el motivo.

   Llegué a mi apartamento andando, cargado en todo momento con la maldita caja; subí en el ascensor hasta la cuarta planta; introduje la llave en la cerradura y entré.

    Vivo solo, alquilé este piso hace dos años. Si no consigo otro empleo (todo apunta a que, por lo pronto, seguiré en paro unos meses más) tendré que dejar este apartamento y volver con mis padres al pueblo.

   En mi misma situación o peor que yo hay otros cuatro millones y medio de españoles más. Los únicos empleos que se pueden conseguir actualmente son una basura, pero, curiosamente, las grandes empresas se siguen enriqueciendo… 

   Juegan con nosotros, nos utilizan y nos explotan, y una vez que ya no les hacemos falta nos echan a la calle.

   Así van la cosas y así seguirán yendo. Esto no es una crisis, solo es un sistema diseñado por y para el beneficio de los más ricos. Esa es a la conclusión a la que he llegado durante estos nueve años de supuesta crisis, y he de reconocer que si este era su objetivo lo han hecho muy bien, misión cumplida. Ahogaos en billetes. Cuando os salga el dinero por las cuencas de los ojos miraréis atrás y veréis todo el mal que habéis causado. Esta es la España que queríais y esta es la España que tenemos.

   Y aquella caja que me entregaron al salir de la oficina por última vez sigue ahí, donde mismo la dejé al llegar, en la entrada. Cada día al regresar a casa de mis entrevistas de trabajo la miro, la caja misteriosa, así es como le llamo. El misterio es saber cuándo conseguiré un empleo digno, con el que obtenga lo suficiente para vivir, tampoco pido más.

   Han pasado casi dos meses y no me he decidido a vaciarla. Creo que la quemaré, acabaré con ella como acabaron con mis esperanzas en este sistema y en la humanidad.

FIN

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